Lo tengo que decir, yo también piqué y me compré una GoPro. Son momentos difíciles por los que uno pasa varias veces, a lo largo de su vida y dependiendo de la situación, del entorno, de las amistades, de los enemigos, del clima, incluso de la situación política, entonces, va y vuelve a fumar, recae en la bebida, se dedica a cultivar bonsais, en fin las posibles variantes son miles, pues en mi caso, ya veis, piqué como un pardillo ante la trampa del despiadado cazador, para acabar en la tienda de electrónica y en la sección de deportes, pumba, como un loco, directo a por la cámara. Por eso, ahora, hablo con conocimiento de causa.
Mi actividad como especialista de cine, centrado, principal y prácticamente en exclusiva, en temas relacionados con el automóvil, era un campo propicio para poner en marcha la grabación de espectaculares imágenes con una GoPro, pero esto, en realidad, nunca es así. Cuando la cámara no se queda sin batería, alguien se olvida de darle al botón de puesta en marcha o pulsan el que no es de puesta en marcha y la cámara va, y la muy despiadada, no se pone en marcha. Sin contar la vez que el vuelco de un coche supuso la muerte definitiva de una GoPro por aplastamiento. La habiamos situado en el suelo, justo en el lugar donde pensabamos que el coche no iba a impactar. ¿Os imagináis que fue lo que se encontró el techo del coche en el momento de aterrizar contra el asfalto? En fin, nunca consigues el objetivo perseguido, inmortalizar el momento del vuelco, el golpe, el derrape, en definitiva la acción, porque una GoPro no es para grabar a la viejecita cruzando el paso de peatones, es para grabar escenas de acción.
Hace unos meses nos encaminamos a hacer la Ruta a Santiago desde Roncesvalles y mi primera idea era llevar la GoPro para no perderme nada de lo que nos pasara a lomos de la bici. Menos mal que el sentido común me dijo que llevar la cámara, la batería estándar, la de repuesto, los anclajes para el cuadro, el manillar, la barra de la suspensión, el pecho, el casco, la funda anti mojaduras, el repuesto para la protección del objetivo, el cable, el cargador y no sé cuantas cosas más, era una burrada y me hizo desistir, porque si solo llevé un pantalón para los 12 días que duró la travesía por aquello de no derrochar la poca energía de mis piernas, como iba a cargar con el kilo de peso de la GoPro y sus complementos.
Se pueden hacer cosas inmejorables con ella, pero solo si tienes la cabeza amueblada, si está en orden de marcha en el momento justo, si tienes el botón de arranque al alcance de un dedo, si tienes claro cuál es ese botón, si le das con la suficiente presión para no pulsarlo dos veces y hacer un enciende-apaga, de lo contrario es un pesado y costoso juguete que te servirá para tirarte a la piscina de tu cuñado con tu sobrino y para de contar.
¿Quien habría soportado mis 12 días pedaleando? si, casualidades de la vida, lo hubiera grabado todo mientras aguantasen las baterías.
Absolutamente nadie, ¿entonces? ¿para qué queremos una GoPro? Pues para eso que estás pensando: absolutamente para nada si eres una persona normal, con trabajo normal, con unas aficiones normales, con una actividad diaria normal. Otra cosa sería si tuvieras que grabar el crecimiento del geranio que tienes en la maceta del balcón, pero solo en ese caso, entonces si, está justificado tener una Gopro. De lo contrario, lo que vayas a hacer que merezca la pena de ser grabado, lo podrás hacer y grabar con cualquier cámara, sujeta, eso sí, con un trozo de cinta de doble cara, o de esparadrapo, una goma elástica y protegida con una bolsa transparente, de las que ya no te dan en el hiper pero si en la tienda de la fruta. Y así no se te queda la cara de tonto de este buen hombre de la última aventura GoPro donde intentan hacer un salto de 100 metros con un Mini y …, bueno, es mejor que veas el desenlace. Tan solo te pido que hagas un calculo de las cámaras que están en acción a la vez en el rodaje para plantearte, después, hacer tu algo parecido, aunque en el recorrido, desde casa hasta la parada del autobús del colegio de tus hijos, porque no creo que el Mini que teneis aparcado en el garaje pueda tener el destino del de la grabación.
Por si te aburres por el camino te añado este resumen
Que sepáis que el creador de GoPro, que inició su aventura cameril, prácticamente, con el inicio de siglo para grabar sus elucubraciones a bordo de una tabla de surf, Nicholas Woodman de 38 años, con una fortuna, actualmente, según Forbes, de unos 1.300 millones de dólares, posee una empresa, con buenos augurios después de que la taiwanesa Foxconn haya invertido 200 millones en la compra de algo más del 8% de la compañía propiedad de Woodman que en su primer día en bolsa sube un 30 % el valor de sus acciones.
Son cifras que marean solo al pensarlas, imagínate si tienes que contarlas. Pues para eso tienes que darle al coco hasta tener una idea como la de Nicholas y exprimirla hasta conseguir que 350.000 personas piquen y compren la primera versión de tu idea, prehistórica, pero ya tuya y con todo el ADN de lo que será en el futuro un negocio envidiable si lo tuyo es el dinero y las preocupaciones inherentes a la actividad empresarial.
Yo, de momento, prefiero seguir tomando la caña de todos los días en el mismo bar, charlar con los vecinos de barra sobre el tiempo y la salud de tu pequeña ciudad antes que embarcarme en una aventura de la que, quizás ya no seas capaz de salir nunca más.
Bueno y aquí os digo que, para alguien como yo, con un blog como este, centrado en la comida, pero con incursiones en el resto del mundo, nuestro santo patrón es, pues si, San Nicholas Woodman.
¿Y porqué?
Pues por cosas como estas que también se pueden realizar con estas GoPro:
y como esta:
Pero no todo es liso y llano, también hay inconscientes e insensibles hacia los animales que los martirizan de cualquier forma con tal de obtener la grabación que los cubra de gloria:
Realmente lo único que consigue este individuo es usar al pelícano en su propio beneficio como si fuera de su propiedad. Son este tipo de grabaciones las que realmente tendrían que ser, incluso, censuradas.
¿Nunca conseguiremos entender que los animales no son de nuestra propiedad?
Tendríamos que concienciarnos de que no todo es admisible en nuestra relación con los animales. Tan solo tenemos que conseguir compartir el planeta con ellos, cada uno en su sitio, pero no el sitio que nosotros decidamos, el que le toca a cada uno para salir en la foto de la vida. No de la nuestra.
Portaros bien y ser buenos con los animales y la naturaleza que seguiremos tocando estos temas aquí, en vuestro blog.