Hablaba estos días, con un buen amigo, a la sombra de una cerveza, sobre Goodwood y su influencia en el mundo de los hierros, al menos en el de los hierros oxidados, y llegamos a la conclusión de que cualquier tiempo pasado deportivo automovilístico fue mejor. Y es cierto, sin que la cerveza haya influido, al menos notoriamente, en nuestras opiniones, el resultado es que antes se iba ATODAHOSTIA, se caminaba aprisa y vivíamos mucho más libres. Que se lo pregunten a los conductores de los dos GTI franceses, nacidos ambos a la sombra del genuino y original alemán de Volkswagen.

Uno haciendo de inmortal James Bond y el otro de soberbio destruye mitos, aunque al final se coma una anchoa en sushi.

No está mal como aperitivo para pensar en viajar a Goodwood uno de estos años, por supuesto antes de que los achaques nos hagan meter en la maleta algo más que recuerdos y ropas apolilladas para pasar los férreos controles del centro de peregrinación por excelencia, que sí, es Goodwood, que ya os cuento yo que Santiago es posterior y el Xacobeo solo es de la época de los dinosaurios, ¿o no os acordáis de Fraga?, y debamos centrarnos en buscar hueco para los pañales y el saco de pastillas para tratar de mantenernos en pie. Aunque los alemanes de los GTI sean indestructibles. Hasta para unos franceses tan belicosos como los de la época de la guerra fría, porque en el Ártico frio hace y en pleno Cantábrico no creo yo que la temperatura difiera mucho de la del congelador de casa. Siempre podremos preguntárselo a los alcriques.
Dicho lo cual os emplazo en un próximo futuro para discrepar sobre el mejor anuncio automovilístico de todos los tiempos.
Ya estáis tardando en pensar en las categorías, porque habrá que poner en marcha un reglamento, unas normas, algo plasmado en papel ¿o no? De que va a vivir si no, la FIA.
Que sois unos inhumanos.